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Cómo elegir el mejor motor
Estupendo, ya sabes cuál va a ser tu coche. Pero... ¿qué motor es el que más te conviene de toda la gama? ¿Diesel o gasolina? ¿Con qué potencia? ¿Turbo o atmosférico? ¿Con cuatro o con seis cilindros? ¿Con 16 válvulas? ¿Y qué sistemas son más fiables? Veámoslo.
La gran pregunta: ¿gasolina o diesel?
Gasolina: Frente a un diesel, su mecánica es más sencilla, vibran y suenan menos, son más fiables y su precio, respecto a un diesel de similar potencia, es unos 1.500 euros más barato. A cambio, su consumo es superior.
Diesel: Frente a un gasolina de similar potencia, destaca sobre todo por consumir entre un 15 y un 20% menos gracias a su sistema de inyección mucho más preciso -trabajan a mucha presión: hasta 2.000 bares frente a los seis bares de un gasolina tradicional-... algo que también los hace menos fiables. Como todos los diesel tienen ahora turbo, sus prestaciones son equiparables a las de los gasolina, aunque ofrecen una respuesta más contundente por debajo de 3.000 rpm.
¿Cuál elijo?
Depende, primero, de los kilómetros que vayas a realizar y, en segundo lugar, del tipo de vehículo.
Por kilometraje: Si realizas más de 20.000 km/año: te interesa un diesel, porque su bajo consumo te permitirá amortizar en tres/cuatro años los 1.500 - que, de media, cuesta de más frente a uno de gasolina. Si recorres unos 15.000 km/año: quédate con el gasolina cuando la diferencia de precio entre el motor diesel y el gasolina sea de 1.200 - o más -en modelos que, por ejemplo, ronden los 15.000 --. Si haces 10.000 km o menos: elige el de gasolina... a no ser que el diesel equivalente te salga apenas 500 - más caro -para modelos de unos 15.000 --.
Tipo de vehículo: Cuanto más voluminoso y pesado sea el modelo que adquieras, más te interesará que sea diesel porque, a igualdad de potencia, su ventaja en consumo respecto al gasolina crece casi exponencialmente. Así, los monovolúmenes, todo camino grandes y berlinas de lujo interesan con motor diesel, mientras que un microurbano de gasóleo no suele resultar rentable.
DIESEL
¿Turbo fijo o variable?
En la atualidad, todos los motores diesel llevan turbo; se trata de un elemento que aprovecha el paso de los gases de escape para accionar una turbina que, a su vez, toma aire fresco que introduce a presión en el interior de los cilindros. ¿Para qué? Aumenta el rendimiento del motor: con la misma cilindrada obtiene, de media, un 35% más de potencia. Frente a un turbo fijo, el variable es capaz de dosificar la cantidad de gases de escape que pasan por la turbina y, con ello, la presión que genera el propio turbo. De esta forma mejora la respuesta y el rendimiento del motor.
Nuestro veredicto: Mejor un turbo de geometría variable: en la práctica, consigue en torno a un 15% más de potencia y una respuesta más progresiva... y las diferencias en cuanto a fiabilidad son pequeñas.
¿Con o sin intercooler?
Es un radiador que, simplemente, se encarga de enfriar el aire que el turbo introduce en los cilindros. Cuanto más frío esté ese aire, más oxígeno contiene... y mejor es la combustión y, con ello, mayor el rendimiento. ¿Para qué? Así, es fácil obtener unos 20 CV más de media de un motor. Además, en verano reduce las pérdidas de potencia -hasta un 10%- que 'padecen' los turbo cuando la temperatura ambiente es elevada.
Nuestro veredicto: Sin duda, con intercooler: tienes más potencia, el mismo consumo... y no afecta a la fiabilidad.
¿Con filtro de partículas o sin él?
Es un elemento situado en el sistema de escape que retiene las partículas sólidas que genera el motor. ¿Para qué? Para que contaminen menos. Las marcas han empezado a utilizarlo para cumplir con las normativas anticontaminación Euro 5 y Euro 6.
Nuestro veredicto: Si puedes adquirir tu coche sin filtro de partículas, mejor; muchos de los motores que lo incluyen -como el Peugeot 407 HDI- precisan de un mantenimiento específico: hay que echarles un aditivo cada 120.000 km de media y cuesta unos 360 euros.
¿Con common rail o bomba inyector?
El common rail es un sistema de inyección -se encarga de introducir el combustible en los cilindros- que emplea una sola bomba de alta presión para llevar el gasoil a los inyectores. Consigue una elevada presión de inyección -hasta 2.000 bares-. ¿Para qué? A mayor presión, mayor rendimiento del motor y menor consumo de carburante. Por su parte, la bomba inyector es un sistema en el que cada inyector cuenta con su propia bomba de alta presión. ¿Para qué? Frente a un common rail, es un sistema más simple -no necesita una bomba común- y también logra una elevada presión -1.600 bares de media-. Sin embargo, obtiene una respuesta del motor menos progresiva que el common rail, es más ruidoso, vibra más y no mejora el consumo.
Nuestro veredicto: Elige el common rail: ofrece un mejor rendimiento, es casi igual de fiable... y los bomba inyector están desapareciendo.
GASOLINA
¿Turbo o atmosférico?
En un motor atmosférico, el aire entra en los cilindros a presión atmosférica -un bar aprox.-; sin embargo, un turbo es un elemento mecánico -aunque controlado electrónicamente- que aprovecha el paso de los gases de escape para accionar una turbina que, a su vez, introduce aire fresco a presión en el interior de los cilindros, de manera que la presión aumenta entre 0,5 y 1,5 bares más de media respecto a la presión atmosférica. ¿Para qué? El motor ofrece un mayor rendimiento. Así, la respuesta a bajo y medio régimen es mejor, consiguiendo que el motor sea más agradable de utilizar, tenga mejor respuesta y hasta consuma un poco menos debido a que permite circular con desahogo en marchas largas. Eso sí, el turbo es un elemento un poco delicado: trabaja a una temperatura muy elevada y es especialmente sensible al tipo de aceite que emplee el motor -cambiar un turbo cuesta, de media, 700 euros-.
Nuestro veredicto: Mejor un motor turbo; eso sí, sigue escrupulosamente el plan de mantenimiento del motor para evitar averías.
¿Con turbo o con compresor?
Son dos sistemas que introducen aire a presión en el interior de los cilindros para mejorar el rendimiento del motor, pero se diferencian en el modo de funcionamiento: un turbo está accionado por los gases de escape que pasan por su interior, y un compresor está movido directamente por el motor a través de una correa o un piñón. ¿Para qué? Un compresor ofrece una respuesta más suave y uniforme... pero no ofrece tanto rendimiento como el turbo y, al estar accionado por el motor, aumenta el consumo de carburante.
Nuestro veredicto: Mejor un turbo: obtiene una respuesta más contundente y no influye de forma negativa en el consumo de carburante.
¿Inyección indirecta o directa?
Indirecta: Sistema de alimentación que inyecta el combustible justo antes de la válvula de admisión, es decir, a -las puertas- del cilindro. ¿Para qué? Consigue que, al abrirse las válvulas de admisión, entre con facilidad la mezcla aire-gasolina en los cilindros. Directa: Inyecta la gasolina directamente en el interior del cilindro, consiguiendo una mejor pulverización. ¿Para qué? Esto permite que, a muy bajas revoluciones, el motor pueda trabajar con menos gasolina de la necesaria sin fallar y reduciendo el consumo. Las prestaciones son muy similares a las que registra un motor de inyección indirecta... pero es un poco menos fiable porque trabaja a más presión: 150 bares de media... frente a los seis bares en la inyección indirecta.
Nuestro veredicto: Da igual: en la práctica, las diferencias son mínimas tanto por consumo como por fiabilidad.
¿Con distribución normal o variable?
Normal: La distribución es el sistema que coordina el movimiento de las distintas partes del motor -principalmente, válvulas y cigüeñal-. ¿Para qué? Para conseguir que las válvulas del motor se abran y se cierren en el momento ideal; de lo contrario, el propulsor no podría funcionar. En un sistema de distribución normal, las válvulas siempre se abren durante el mismo intervalo de tiempo y en la misma cantidad. Variable: En uno con distribución variable, se puede modificar el recorrido de las válvulas en función de las revoluciones del motor y, en los más avanzados, el tiempo de apertura de las válvulas para mejorar el rendimiento. ¿Para qué? Esto permite adaptar la cantidad de mezcla aire-gasolina que llega a los cilindros en función de las revoluciones del motor: poca a bajas revoluciones -en la práctica, mejora el consumo- y mucha altas revoluciones -algo que aumenta el rendimiento-.
Nuestro veredicto: No es un motivo determinante de compra... pero si tiene distribución variable, será siempre un motor más avanzado tecnológicamente y no por ello menos fiable.
¿Con 16 válvulas?
Un motor tiene, como mínimo, dos válvulas por cilindro: una que permite la entrada de aire y combustible al motor -válvula de admisión- y otra para evacuar los gases de escape -válvula de escape-. Así, un propulsor de 16 válvulas suele ser un motor de cuatro cilindros que emplea cuatro válvulas por cilindro, pero también los hay que emplean tres o cinco válvulas por cilindro. ¿Para qué? Por rendimiento, un motor multiválvulas -es decir, con más de dos válvulas por cilindro- consigue que el motor -respire- mejor a altas revoluciones -por encima de 4.000 rpm-. Por debajo de ese régimen, la respuesta es muy parecida... e, incluso, suele ser mejor la de un -dos válvulas-. Por fiabilidad, no hay diferencias.
Nuestro veredicto: En la práctica, estos motores ofrecen mejor rendimiento... y cada vez es más habitual que lleven distribución variable, turbo...
CUALQUIER MOTOR
¿Con Stop&Start o sin él?
Es un sistema que, al detenernos por ej. en un semáforo, para automáticamente el motor y lo vuelve a poner en marcha cuando se levanta el pedal de freno o se pisa el embrague. Es de serie en los modelos que lo ofrecen. ¿Para qué? Para evitar que el coche consuma carburante y contamine cuando no es necesario. Eso sí, necesita una batería de mayor tamaño -en torno a un 20% más cara- y aumenta el riesgo de avería de los elementos relacionados con la puesta en marcha del motor.
Nuestro veredicto: Mejor sin Stop&Start. Las marcas apuestan por él para cumplir con las exigentes normativas anticontaminación impuestas por la UE. Sin embargo, en la práctica esta tecnología aún está muy verde: en diferentes pruebas, varias unidades equipadas con este sistema nos han dejado -colgados- en semáforos -hemos tenido que arrancar con la llave- o en atascos -generando situaciones de peligro-, en algunos el aire acondicionado no funciona con el motor parado...
¿De acero o de aluminio?
Se refiere al material empleado en la construcción de la culata y el bloque motor principalmente, dos de las partes sobre las que se fundamenta el propulsor. ¿Para qué? No afecta al rendimiento, pero sí es cierto que el aluminio, al ser más ligero, reduce considerablemente el peso del motor. Por fiabilidad, los dos son similares; tan sólo, un bloque de aluminio tiene mayor tendencia a desgastarse a muy largo plazo -aumenta el consumo de aceite, disminuye el rendimiento...-, pero en condiciones normales no debería ser un problema con menos de 250.000 km.
Nuestro veredicto: Mejor uno de aluminio, pues es más ligero: por fiabilidad uno de acero siempre será más duro y longevo... pero los de aluminio también cumplen sin mayor problema.
¿Cilindros en V o en línea o bóxer?
Se refiere a la disposición de los cilindros de un motor: así, si pudiéramos ver el propulsor de perfil, veríamos que los cilindros están colocados en línea -casi todos los motores de menos de cinco cilindros y algunos de seis-, en V -normalmente, propulsores de seis o más cilindros- u opuestos -bóxer motores de cuatro cilindros de Subaru y de seis de Porsche-. ¿Para qué? Un motor con cilindros en línea tiene la ventaja de que ocupa poco espacio y es de los más sencillos mecánicamente; uno en V es recomendable cuando el motor tiene seis o más cilindros, para equilibrar mejor las inercias generadas por las piezas que hay en movimiento y lograr un funcionamiento más suave, sedoso y uniforme, pero suele tener un consumo elevado -también por ser propulsores muy potentes-; por último, uno con los cilindros opuestos tiene la ventaja de ofrecer un centro de gravedad más bajo que mejora el comportamiento del coche; a cambio, ocupa mucho espacio.
Nuestro veredicto: En línea: suelen ser los que llevan los coches normales, ofrecen una buena respuesta y prestaciones, son los que menos consumen...
¿Con tres, cuatro o seis cilindros?
Se refiere al número de cilindros que tiene el motor, y está muy relacionado con la cilindrada del propulsor. ¿Para qué? En la práctica, si comparamos un motor de tres cilindros con uno de cuatro, el primero es más brusco, vibra más... aunque consume un poquito menos. Si enfrentamos uno cuatro con uno de seis, el de seis tiene una respuesta aún más suave y progresiva que el de cuatro, pero la diferencia de consumo suele mayor.
Nuestro veredicto: Por equilibrio, elige uno de cuatro: los de tres son 'toscos'; los de seis suelen consumir más.
¿Con mucha o poca cilindrada?
Se refiere a la potencia que se puede extraer a un motor de una determinada cilindrada. ¿Para qué? En igualdad de condiciones -es decir, dos motores turbo, dos atmosféricos...-, y en teoría, uno de mayor cilindrada debería ofrecer una mejor respuesta a cambio de un mayor consumo. Por fiabilidad, en principio, un motor de mucha cilindrada irá siempre menos -apretado- que uno de menor cubicaje e idéntica potencia, así que debería ser más fiable.
Nuestro veredicto: Con la tecnología actual y a igualdad de potencia, las diferencias son mínimas en prestaciones y fiabilidad; eso sí, un motor debería consumir menos cuanta menor fuera su cilindrada.
¿Con correa de distribución o cadena?
Se trata del elemento que coordina el movimiento del cigüeñal con el de las válvulas. ¿Para qué? Sin él, el motor no funciona. Por rendimiento no hay diferencias, pero la cadena no necesita ser sustituida -la correa se cambia, de media, cada 120.000 km y cuesta 600 euros de media- y el riesgo de rotura es casi inexistente -si se rompiera tanto la correa como la cadena, provocaría una avería de 3.600 euros de media-.
Nuestro veredicto: Sin duda, mejor optar por un motor con cadena de distribución.