Nos animamos! Esta es la historia de cómo a partir de un cliente cabreado nació Lamborghini:
Érase una vez, a mediados del pasado siglo, un fabricante de tractores llamado Ferruccio Lamborghini. Apasionado de la mecánica y entusiasta de los automóviles, era cliente habitual de su por entonces amigo Enzo Ferrari cuya fábrica de Maranello está próxima a la de Lamborghini, ubicada en Santa Ágata.
Un buen día, y un poco mosca por las frecuentes facturas de mantenimiento que hubo de pagar al taller, Lamborghini sugirió a Ferrari que podía mejorar la fiabilidad mecánica, reforzando en concreto el embrague que ya le había dejado tirado en alguna ocasión en medio de ma🤣ientes humos de ferodo quemado. De paso, le dejó caer que se podía también mejorar la comodidad y la sonoridad de sus coches y hacerlos más aptos para viajar y desplazarse a diario. Demasiado para el temperamental "commendatore".
La respuesta de Don Enzo no fue lo que se dice diplomática, ya que le dijo más o menos que Lamborghini sabría manejar tractores pero que no tenía ni idea de conducir los sofisticados Ferrari y que, en cuanto a sus sugerencias mecánicas, era mejor que se ocupase de los vehículos agrícolas que fabricaba y no metiera las narices en sus exclusivos deportivos.
Picado hasta la médula en su amor propio, Lamborghini se lanzó entonces a la fabricación de deportivos que llevarían su propia marca y un toro revolviéndose como escudo, con el principal objetivo de mejorar y así humillar a Ferrari.
Fuente: ElEconomista