Seat exeo st | Vizcaya | 9.519
Comprar un vehículo nuevo hoy día no es un proceso perfecto, y puede ser que no esté exento de algún problema. Pero hace 25 años, podían ocurrir situaciones dignas de una película al más puro estilo Berlanga.
No se trata de señalar con el dedo a unas marcas más que a otras, ni de poner en el disparadero a concesionarios que, en muchos casos, aún siguen existiendo Pero para que se tenga una idea, aquí va un ejemplo de lo que hace tres décadas se podía convertir en una auténtica historia para no dormir.
El Bocanegra
El pequeño deportivo verde esperaba en el concesionario madrileño. Corría también el año 1985. Un Bocanegra, la ilusión de toda la vida de su flamante propietario. Un pequeño repaso antes de llevárselo puesto…. con 100 km en su cuentakilómetros. "Yo creo que los suelen dar con 10 km recorridos como mucho, pero tantos no es normal", dice el ilusionado dueño. "En efecto, es que el coche no estaba en este concesionario, y lo hemos traído de otro" es la respuesta del diligente vendedor. Se continúa con la inspección. Se abre el maletero y la rueda de repuesto está, pero no es la suya. "Oiga, que esta es la del 1200, y este coche es un 1430". "Ah, ¿sí? ¡Niño, llama a la central, y pregunta si tienen ruedas de este coche!.... ¿Nada?.... Bueno, pues permítame que le haga un vale por una rueda de repuesto, y venga por aquí de vez en cuando por si la hemos traído". "Muy bien… por cierto, ¿el manual de usuario?" "¿Tampoco está, pues tenga otro vale por un manual, y cuando venga a por la rueda…." "Muchas gracias. Por cierto, en la tapa de maletero, como puede ver, hay cuatro agujeros, dos en el lado izquierdo y dos en el derecho, pero los cartelitos de Sport y 1430 faltan" "¡No me diga…..! ¡Niño, vete al almacén a por los carteles de este coche, y se los pones!" Mientras, el cliente y el diligente vendedor van a tomar un café al bar de la esquina.
A la vuelta, el cliente repasa los cartelitos y…. "disculpe, pero los cartelitos son del 128 y del 1200, es decir, que no son de este coche" "¡Niño, no te enteras, quítale los cartelitos, que no son los suyos! Ejem, pues me va a disculpar, pero no tenemos los del coche. No se preocupe, tenga, un vale por dos cartelitos, y cuando venga a por lo otro, pregunte si ya los han traído". Pero antes de abandonar las instalaciones, una última sugerencia del vendedor: "por cierto, ¿va a pagar el impuesto de lujo? Se lo digo por que si no lo hace, se ahorra 4000 pesetas de la cuota de 15000 que tiene que pagar" "¿Y es obligatorio pagarlo?" "¡No, hombre, no! ¿Va usted a vender el coche de aquí a mañana? No, pues entonces, tranquilo. Y si algún día se quiere deshacer de él, ¿ve usted el número de aquí, a este lado del capó? Pues con un destornillador, lo raspa hasta que no se lea, y tira el coche por un barranco. ¡Y ya está!". "Bueno, bueno, me llevo el coche… adiós buenos días". Tras recoger las llaves, un montón de vales, el ahorro en el impuesto de lujo, y el coche, el feliz propietario abandona las instalaciones gestionadas por el dicharachero vendedor.
Un mes después, el Bocanegra vuelve al concesionario. Mejor dicho, al taller del concesionario. El propietario viene observando "un resplandor" en el exterior del vehículo cada vez que saca las llaves del contacto por la noche. "Mariano, ¿has visto algo fuera, como si se iluminara la calle?" Tras descartar enajenación transitoria, se averigua la causa: el encendido espontáneo de los faros cada vez que se realiza la acción de sacar la llave. La avería real: el electroventilador del Bocanegra está conectado con el sistema de luces y, al activarse, conecta el sistema eléctrico general. Pero, además, al pequeño deportivo se le ha desprendido el panel derecho de la puerta. "¿Me lo pueden ajustar?" "Pues claro, pedimos la pieza a Barcelona, y solucionado. No se preocupe". Mes y medio después, el coche está terminado. El panel es el mismo, pero con tres tornillos rosca-chapa perfectamente visibles que impedirán cualquier movimiento futuro. "Aquí tiene sus llaves. Pase por caja, y todo solucionado". "¿Pero el coche no está en garantía. Será un error", piensa el anteriormente ilusionado propietario. "Son ocho mil pesetas" "¿Cómo, pero no lo cubre la garantía?" "No, ha manipulado usted el conector, y no es de esta marca. Ha perdido la garantía" "¿Pero qué dice? Yo no he tocado nada. ¿Me da el conector que han quitado?" "Lo sentimos, pero esas cosas las tiramos. Tiene que pagar". 8000 pesetas y una garantía perdidas, se dirige al Bocanegra, otrora verde y ahora blanco por el polvo del patio trasero y con las ventanillas abiertas. Al subirse, una última observación: el coche huele a mil demonios. El propietario se da cuenta de lo que sucede en el asiento trasero. "¡Oiga, sí, si , usted, el jefe de taller! ¿Sería tan amable de sentarse en el coche un minuto y mirar para atrás?" "¿Y ahora qué le pasa? A ver, a ver que me siento… ¡Por Dios, qué olor! ¡Cagüen la leche, ha vuelto a parir la gata! ¡Niño, trae un trapo mojado y frota toda esa pasta que hay ahí atrás!" "Ni se le ocurra, ya lo limpio yo, me llevo el coche…. ¡y no me ven el pelo aquí en su vida!". Una década después, y algunos cientos de miles de pesetas más, el Bocanegra cambió de dueño. Eso sí, en perfecto estado de marcha.
(Epílogo. Dos años más tarde, una carta recibida en el domicilio del propietario, con remitente del Ministerio de Hacienda: "debe usted pagar, en el plazo de una semana, la cantidad de 200.000 pts, gravámenes incluidos, correspondientes a la falta de abono del impuesto de lujo del vehículo…" El propietario se presentó con las llaves del coche en la mano, en la Delegación de Hacienda para entregar el Bocanegra... "Quédense con él, porque no puedo pagar lo que me reclaman". Al final, se consiguió abonar, aunque las historias no terminaron aquí)