Peugeot 308cc | Madrid | 10.620
El Barça se deja remontar un 2-0 ante un Chelsea con 10 jugadores. Messi falló un penalti decisivo. La afición fue lo único que estuvo a la altura.
Al Barça se le ha acabado el ángel, al menos momentáneamente. De manera cruel e inmerecida, si nos aferramos a la estética traidora, pero ganada a pulso si nos ceñimos a los códigos que rigen el mundo profesional. Nunca nadie hizo tanto como el Barça para suicidarse teniendo más elementos a favor. La eliminatoria ante el Chelsea entró desde un inicio en una inercia tal que si algo podía salir mal, seguro que al final saldría peor. Pero el Barça puso mucho de su parte para saltar por el balcón. El principal culpable no es el azar, son los que vistieron de blaugrana a los que no puede reprochárseles el esfuerzo, pero sí la falta de inspiración, de frescura y el duende necesario para llegar a la gloria.
Contando el partido de ida y el de vuelta, el Chelsea tuvo tres ocasiones claras de gol. Marcó las tres, todas en el descuento de sus respectivos períodos, algo que debe de hacer reflexionar al staff culé. En el mismo período de tiempo, el Barça disparó tres veces al palo, falló un penalti, chutó más de 20 veces ante Cech y, en definitiva, escribió un tratado de impotencia futbolística que retarata lo cruel que puede llegar a ser este deporte. El Barça jugó mejor, pero el Chelsea es mejor competidor. El equipo de Guardiola tuvo muchos, pero muchos condicionantes a favor para sacar adelante la semifinal. No haberlo conseguido les deja entre el desquiciamiento y el gafe. Ustedes elijan según sus creencias futbolísticas.