Seat exeo | Zaragoza | 6.175
El aceite usado procedente del cárter de un vehículo es un residuo altamente contaminante, por su contenido en metales pesados y su baja biodegradabilidad, que requiere de un adecuado tratamiento y una correcta gestión. La entidad sin ánimo de lucro SIGAUS evita cada año el impacto medioambiental de cerca de 100.000 toneladas de aceite usado procedente de talleres y concesionarios, establecimientos donde la extracción y almacenamiento del aceite debe cumplir con los requisitos que establece la legislación vigente. La creciente preocupación de la sociedad por el cuidado del medio ambiente ha llegado al sector del automóvil. Talleres y concesionarios ya combinan su actividad con buenas prácticas ecológicas. El aceite usado es uno de los residuos peligrosos que se generan en estos establecimientos y que, por contener sustancias peligrosas que se producen cuando éste es expuesto a altas temperaturas y presiones dentro de los motores, transmisiones y otros elementos de los automóviles, debe ser tratado con las debidas medidas de seguridad. Proceso de reciclaje: del taller a sus nuevos usos Cuando el aceite usado es retirado en los talleres, donde debe haber sido almacenado y etiquetado conforme a la normativa vigente, SIGAUS –a través de una red de gestores que operan en todo el territorio nacional– se ocupa de que el residuo sea analizado, clasificado y trasladado a las distintas plantas de tratamiento donde, según su composición, se destina a un determinado proceso de valorización. A estos efectos, la legislación establece un orden de prioridades para la gestión de aceites usados a través de los distintos procesos: Regeneración. Consiste en la producción de aceite de base industrial mediante el refinado de los aceites usados. Es la opción que la Ley marca como prioritaria y se realiza en plantas específicas de regeneración. Dos terceras partes de los aceites usados recogidos al año por SIGAUS son tratados para convertirlos en nuevas bases lubricantes. En el proceso se eliminan el agua, aditivos, metales pesados y otros sedimentos del residuo para obtener una base lubricante válida para su reformulación en nuevo aceite lubricante, lo que contribuye a un notable ahorro de materias primas en la producción de nuevos aceites. Valorización energética. Si el aceite usado tiene unas características que impiden su regeneración, se somete a procesos mediante los que se posibilita su posterior utilización como combustible alternativo al fuel oil en centrales térmicas de generación eléctrica, en cementeras, hornos de cerámica, yeseras, fábricas de asfaltos, equipos marinos o en otros procesos industriales. Reciclado. Otra posibilidad de aprovechamiento del residuo es el reciclado material, siendo válido para producir otros materiales como betún asfáltico que luego se usa para telas impermeabilizantes o en el asfaltado de carreteras, pinturas, barnices, tintas, fertilizantes o arcillas expandidas. La factura del aceite Toda esta operativa se financia según establece la Ley, es decir, a través de las aportaciones económicas por parte de los fabricantes de aceites industriales que están adheridos a SIGAUS (más de 110 compañías que fabrican y/o importan alrededor del 90% del lubricante comercializado en el mercado nacional). Cada compañía abona 0,06 € por cada kg de aceite comercializado, en cumplimiento del llamado “principio de responsabilidad del productor”, que señala al productor, importador o cualquier otro responsable de la puesta en el mercado de productos que con su uso se conviertan en residuos como responsable de la gestión de dichos residuos. En última instancia, el coste económico de la recogida y gestión del residuo recae en el usuario final, que es quien consume el aceite que tras su uso se convierte en residuo. Por ello, la compra de aceite lubricante está “gravada” con un 0,06 €/kg que deben aparecer expresamente en la factura (aproximadamente 30 céntimos para una “lata” con la que se cambia el aceite a un turismo) destinados a evitar el impacto ambiental del aceite usado. A su vez, el taller dispone de un servicio de recogida gratuita del aceite usado, siempre que este residuo cumpla una serie de especificaciones técnicas, por ejemplo que no esté mezclado con agua o con otros residuos no oleaginosos, entre otras. Gracias a las buenas prácticas en los talleres y a la aportación del consumidor se inicia la cadena de recogida y reciclaje, haciendo posible una óptima recuperación del residuo. Así no sólo se evita cualquier perjuicio medioambiental, sino que se generan beneficios adicionales, como la reducción de emisiones de CO2 o el ahorro de materias primas.