Tras observar la energía inagotable que gasta el pequeño de la casa, he llegado a la conclusión de que el futuro del automóvil no es el vehículo eléctrico, no. El futuro consiste en inventar un motor que funcione con sangre de niño; os garantizo que como mínimo tendréis una autonomía de 1000 km / litro.
"Si ves el árbol contra el que te vas a estrellar se llama subviraje, si sólo lo oyes se llama sobreviraje" -Walter Röhlr-
¿Quieres saber si el conductor de un coche es un cani o el típico chuletilla de barrio? Fácil, nada de fijarte en pegatinas u otros aditamentos estéticos, sólo tienes que ver qué ángulo de inclinación tiene el respaldo del asiento del conductor; si es mayor de 45 grados... ¡Bingo!
Ir por la ronda de circunvalación y ver una pareja de la Guardia Civil que ha detenido a un señor que, supuestamente, iba circulando por el arcén con su silla de ruedas eléctrica. ¿Pero a cuánto se ponen esos trastos?
Lo malo de trabajar de espaldas a la ventana es que cuando escuchas el sonido de un motor molón no puedes evitar girar el cuello cual niña del exorcista.
La herida que más duele es el primer roce que le ves a tu coche nuevo
La distancia de seguridad es ese espacio que guardas para frenar a tiempo pero que siempre aprovecha el listillo de turno para colarse en el último momento antes de tomar la salida.
Estoy totalmente en contra del coche eléctrico, porque cuando se generalice mi barrio perderá una de sus señas de identidad: el de los niñatos dando acelerones hasta el corte de inyección cada vez que salen de comprar el lote de whisky en el Desavio.
El fabricante que llegue a inventar la tapicería repelente a las huellas de pisadas de niños será la que se haga con el monopolio del mercado.