Seat exeo tdi | Álava | 11.781
Probamos los nuevos Mercedes SL y SLK: Control y precisión
Tras seis generaciones, el SL sigue siendo un icono descapotable. Inaccesible para la mayoría Mercedes brinda una alternativa a nuestro deseo: el SLK.
Preguntando a cualquier buen aficionado cuáles son sus coches más admirados de la historia, raro es el que no incluya un Mercedes SL en su ‘garaje virtual’. La llegada este año de la nueva generación del SL, esculpida por completo en aluminio, ofrece en su versión más potente, 500 BlueEfficiency, un preciosista roadster de elevadas prestaciones con novedosas tecnologías como sus escobillas con limpiaparabrisas automático, el sistema de sonido que se amplifica en el interior de la propia carrocería, la apertura del maletero por aproximación de nuestro pie o, ya metiéndonos en asuntos más mecánicos, la suspensión autonivelante ABC.
Si tuviéramos que resumir la experiencia de conducción del SL, lo haríamos con dos palabras: precisión y control. En efecto, el coche obedece con una neutralidad y una rapidez de férrea disciplina. Por otro lado, los sistemas que adaptan la respuesta de la transmisión y el chasis someten sus reacciones a una estrechísima vigilancia que evita cualquier sobresalto.Todo ello acompañado de unos frenos muy potentes y resistentes.
Tanto SL como SLK tardan 20 segundos en esconder sus capotas y convertirse en roadsters de ensueño
Descapotados, el rugido del V8 biturbo de 435 caballos nos persigue como un trueno, y el excelente estudio aerodinámico –que incorpora un cómodo deflector trasero automático– elimina hasta muy elevadas velocidades cualquier injerencia del viento en el interior del habitáculo, incluido a elevadas velocidades.
En el caso de su hermano pequeño, el SLK, también renovado para su tercera generación la pasada temporada, si bien no encontramos el abrumador despliegue tecnológico que en el emblemático SLK, apreciamos por igual unas posibilidades de equipamiento y sofisticación inusuales en un roadster.
Su capota también desaparece en unos 20 segundos, también es rígida y se ofrece igualmente en tres concepciones diferentes. Una opaca construida en magnesio, otra de material sintético transparente y otra versión panorámica con sistema Magic Sky Control cuyo material podemos aclarar u oscurecer a voluntad mediante un regulador eléctrico.
En esta versión Diesel 250 CDI BlueEfficiency –motorización que no perturba en absoluto su condición de descapotable– el SLK no llega a ser un deportivo de pura raza, pero resulta excepcionalmente divertido de conducir, con muy buenas respuestas en toda su gama de utilización y, al igual que ocurre con el potente SL 500, perfectamente gestionadas por el cambio automático G-Tronic de siete relaciones que podemos usar en modo automático o con accionamiento secuencial. La sorpresa final vendrá con el consumo, similar al de un ahorrador utilitario.
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https://www.caranddriverthef1.com/coches/novedades-pruebas/60126-prueba-mercedes-slk-mercedes-sl